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lunes, 28 de mayo de 2012

Reflexión poética

Un alto en el camino
















A veces, hay momentos en la vida
en los que nos sentarnos
a contemplar el camino recorrido.
Sabemos que el viaje continua,
que la travesía que nos queda aún es larga,
pero de pronto algo en nuestro interior
nos incita a parar.
A detenemos para abarcar con la mirada
el terreno pisado,
los tropiezos que esquivamos por el día
y  los de aquellas noches oscuras 
en las que caimos,
mientras la luna permanecía callada,
muda ante nuestros errores,
pero  a la vez luminosa
derramando su resplandor a raudales
para indicarnos
el modo de volver a lenvantarnos.
Por el día, observamos despacio
todo cuanto nos rodea
y nos sentimos complacidos
 por encontrar siempre,
detrás de todas las cosas,
a esas manos amigas que nos acompañan.
A ese ser especial 
que,  firme a nuestro lado,
endulza nuestros amaneceres
y  despierta el palpitar de nuestras almas.
Ya, al atardecer, 
cuando el sol comienza su lenta retirada,
nos atrevemos a mirarle a los ojos,
respiramos profundamente y
por dentro brota una sonrisa cómplice.
Él nos la devuelve acariciándonos el rostro
muy suavemente,
con sus delicados rayos de despedida.
Es entonces cuando volvemos a tomar nuestro equipaje
cada vez más ligero, si cabe,
con renovadas energías
y reanudamos nuestra marcha
hacia aquellos lugares lejanos
que nos aguardan
para ofrecernos nuevos sorbos de vida...


lunes, 7 de mayo de 2012

Pájaro del desierto

 EN EL ANIVERSARIO DE

Rabindranath Tagore

  


 PÁJARO DEL DESIERTO




      Un siete de Mayo en un lugar de la India nació un niño con alma de pájaro, de un pajarillo que había perdido sus alas. Está particularidad le concidionó tanto, que deseó dedicar su vida a buscarlas por todos los rincones de la Tierra, con la ilusión de algun día poder surcar el Cielo.




       Al principio, le costó abandonar su confortable nido donde estaba tan feliz que ni siquirera sabía llorar cual pájaro del desierto, del seco desierto de sus lágrimas. Cuando el tiempo pasó y creció, sí que lloró  y sus lágrimas crearon  inmensos ríos por cuyas frias aguas echaba sus barquitos de papel.








       De vez en cuando, atracaba en puertos de lejanas tierras sin nombre, el niño se bajaba y  vagaba por los campos perseguiendo al ciervo dorado que transitaba las noches de sus sueños. Por más que lo intentaba nunca lo alcanzaba y comenzó a escribirle cartas, cartas aladas que volaban bajo el hechizo de los vientos del desierto, como llamas ardientes, sustituyendo a las alas de su alma.




    Y escribió y escribió, y sus letras se transformaron en la canción más hermosa jamás cantada. Los árboles cuando la escuchaban alzaban sus altas ramas al Cielo dibujando poemas cubiertos de mariposas que revoloteaban de hoja en hoja y de flor en flor.




     Después de muchos años navegando, el muchacho se hizo más mayor y decidió crear él mismo sus alas, pintándolas en los lienzos de  paz y amor que guardaba en su corazón. Así, pintando y observando, llegó un día en el que posó su mirada en los ojos de su niño interior.  En ellos descubrió que por muy desoladores que fuesen los desiertos y que por mucho que durase el día interminable de su vida, siempre había una parte de su ser que permanecía  intacta :su canción. Y la cantó deleitando al mundo entero con el arpa de sus trinos, hasta que un siete de Agosto por fín voló, dejándo caer  todo cuanto tenía, excepto un estribillo que se quedó  flotando en el aire de todos los desiertos:  ¡Sólo me queda mi corazón libre!



      

Autora: Carmen Marín.. Abril 2012

martes, 1 de mayo de 2012

Reflejos y Susurros



Somos reflejos de luz, de la luz del universo.
Reflejos en el agua de misteriosos océanos.
Somos entes, somos almas, somos polvo
rodeado de silencio.

Somos susurrros, pequeños susurros de amor
que soplan suavemente como el viento
por entre las ramas de los árboles viejos.



Somos seres perdidos de sí mismos
que se buscan, que se mueven,
que se esconden en espejos.



Somos aves da paso que extienden sus alas
y vuelan sobre los caminos pedregosos,
buscando sin cesar nuestro nido primigenio.



Aves que viajan por parajes insólitos,
los majestuosos bosques salpicados de cascadas
sobre las altas montañas coronadas de sol.




Somos casas habitadas
por espíritus errantes
somos aire, somos nada,
somos ánades que nadan
por los lagos de los sueños...



Somos seres que se abrazan
somos fuego, somos llama,
somos dos y somos uno.
Somos tesoros ocultos
en apariencias humanas.




Somos perfumes de flores
derramando su frescor en la mañana...




Somos reflejos de otras vidas,
ecos de otros tiempos
somos ilusiones de colores
de primaveras efímeras...



Somos el susurro callado
de unos globos que huyen,
que se escapan flotando
de las horas de lo incierto.




Somos destellos de vida
que brillan en el horizonte de unos labios
de unos versos,
de un paisaje dibujado
por los bellos momentos.




Somos lirios en el campo
nubes que danzan en el cielo
con la música de encuentros
de pisadas, de recuerdos...



Somos reflejos de luz,
de la luz del universo.
Somos susurros de amor,
del amor eterno.



Autora: Carmen Marín

Mayo del 2012.